22.4.15

¿Tenían los terópodos los pies de gallina?


Durante años, miles de reconstrucciones de dinosaurios han sido realizadas por paleoartistas para el cine, el cómic o la ilustración científica. Algunos aspectos han sido objeto de continuas discusiones. Este es el caso de la podoteca, la estructura de escamas que recubre los pies de los arcosaurios.

En la mayoría de los casos, los dinosaurios terópodos se reconstruyen con una podoteca similar a la de las aves actuales aunque no existían evidencias directas de esta estructura. Recientemente, la revista Cretaceous Research ha publicado un análisis sobre los restos de piel asociados a la extremidad posterior de nuestro querido terópodo Concavenator corcovatus, que permite establecer y reconstruir con rigor científico la estructura de escamas que cubría el pie de este espécimen.

En este estudio se han analizado las impresiones de piel asociadas al pie derecho del único ejemplar conocido de Concavenator y lo han comparado con el resto del registro fósil conocido, así como con la podoteca de los organismos actuales emparentados con los dinosaurios: cocodrilos y aves.



Como ya sabemos, Las Hoyas es un Konservat-lagerstäten, es decir, un yacimiento reconocido a nivel mundial por su alta capacidad de preservación de animales y plantas. El fósil de Concavenator es uno de estos ejemplos de buena preservación,  observándose en él diversas zonas donde se conservan impresiones de tejido tegumentario, como en la extremidad posterior, alrededor de la cola y en el cuello. Esto ha permitido reconstruir el aspecto de la primera podoteca hallada en un dinosaurio terópodo en el registro fósil. Este estudio identifica en la podoteca de Concavenator los mismos elementos que tienen las aves, es decir: tres tipos distintos de escamas, la ordenación de estas, el desarrollo de almohadillas plantares con la misma disposición que en las aves y la presencia de un estuche córneo que formaría las garras de los dedos.

 La existencia de una estructura tan similar a la de las aves modernas en un terópodo como Concavenator implica su aparición en una etapa temprana de la evolución del linaje que da lugar a las aves actuales y su probable presencia en todos los terópodos no avianos. Además, este descubrimiento permitirá interpretar, desde un nuevo punto de vista, el registro de huellas de dinosaurio carnívoros.

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