10.2.14

Un rostro con personalidad

Ni más ni menos. Eso es lo que tiene Atopodentatus unicus: un cráneo bastante curioso (y lo cierto es que eso es quedarse corto). Es algo grotesco, incluso. Tanto, que parece sacado de algún circo de los horrores del Triásico. Echadle un vistazo a la foto de debajo y decidnos si nos equivocamos.


Pero vayamos por partes. Lo que estáis viendo son los restos de un nuevo reptil marino del Triásico Medio de China, Atopodentatus unicus. El esqueleto post-craneal es relativamente normal: cuerpo alargado, cuello corto, cinturas escapular y pélvica fuertes que sugieren cierta unión también al medio terrestre... Un rasgo peculiar son sus falanges terminales similares a pezuñas, algo solo visto en el placodonto Psephoderma alpinum. Pero cuando llegamos al cráneo.... ay, amigos. El cráneo es el plato fuerte. Para empezar, presenta montones de dientes esmaltados muy pequeños y finos, con forma de aguja o acícula; una especie de versión ósea de las barbas de las ballenas. Además, la mandíbula se deprime levemente abajo, con cierta forma de pala. Las maxilas son muy peculiares, pues se curvan hacia abajo, dibujando una clarísima L. Y aún más impresionante, las premaxilas se encuentran separadas por una enorme hendidura entre las dos, con varios dientes enfrentados entre sí. Una auténtica barbaridad, vamos.


Estas estructuras no son móviles en absoluto, ni parecen especialmente fuertes, por lo que los autores sugieren, tentativamente, una función, y por tanto, un modo de vida, filtrador. Así, Atopodentatus se alimentaría de pequeños animales del plancton, como crustáceos. Además, la filogenia propuesta por los autores sitúa a Atopodentatus como un miembro basal de Sauropterygia, a medio camino entre Saurosphargidae y los primeros. Habrá que esperar a que aparezcan nuevos ejemplares de A. unicus o nuevos taxones emparentados que nos ayuden a esclarecer un poco más la historia evolutiva de estos extrañísimos organismos.


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