14.6.12

El tamaño sí que importa


Siempre se ha dicho que “a grandes males, grandes remedios”. Pero, claro, esto sólo era válido antes, cuando uno podía elegir entre dos canales de televisión, o cuando escribíamos sobre una hoja de papel con un lápiz o un bolígrafo Bic, o cuando la única prima que conocíamos era la hija de nuestra tía. Ahora no. Ahora nos hablan de crisis financieras, de intervenciones bancarias, de subidas y bajadas del IBEX 35… y de parches para los problemas de la gente corriente (el paro, la sanidad, la educación y, por supuesto, la cultura). Los problemas de los otros apenas cuestan veinte mil millones de euros que pagaremos los de siempre. 

Los dinosaurios, a pesar de su enorme tamaño, tampoco se libran de esta situación. Y lo que antes era la panacea del desarrollo sostenible de un territorio, predominantemente rural, termina convirtiéndose en una acción programada por el político de turno para salir del paso. Ejemplos los hay. Y muy variados. En Cuenca tenemos el Complejo de Lo Hueco. Pero hay más. En Salas de los Infantes tienen un Museo de Dinosaurios instalado en unas dependencias municipales. La idea era, hasta el comienzo de esta crisis, edificar uno nuevo y dotarlo de modernas instalaciones capaces de albergar la colección de fósiles que allí existe. Nadie contaba con los recortes hasta que, implacables y severos, llegaron. Y ahora se habla de seguir adelante con el proyecto, pero con “una instalación más pequeña, para que se pueda gestionar (…) porque su sostenibilidad es fundamental”. Y yo, ingenua, me pregunto ¿eso no depende de los cimientos sobre los que cualquier obra se construye? Incluso añadiría una duda que quizá deba responder un arquitecto o un ingeniero: ¿qué sucede cuando lo que falla es la estructura o el soporte? Pues que todo lo demás, tarde o temprano, se viene abajo. Una lección que muchos deberían aprender. Porque los habitantes de los pueblos pequeños (y grandes) no somos tontos. Entendemos que en época de dinosaurios flacos hay que apretarse el cinturón y capear el temporal mientras se observa el cielo en busca de ese hueco por el que volverá a filtrarse el sol. 

Y muchas veces agradeceríamos que alguien tuviera el valor de decir la verdad, sin tapujos ni ambages para, a continuación, añadir: “Lo prometido se hará cuando las cosas mejoren. Pero se hará como estaba previsto, sin chapuzas ni remiendos”. Lo contrario es diplomacia barata y verdades a medias, como lo que quieren hacer en ese pueblo de Burgos para convencernos de que el tamaño no importa. Sólo espero que si colocan una réplica de algún saurópodo no tengan que hacer un agujero en el techo para que saque la cabeza…Aunque, bien pensado, original sí sería. 

Para más información sobre el tema, consultar algunos enlaces como este o este  

Sonia Martínez Bueno

En la imagen, uno de los tinydinosaurs de Kelly Farrell

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